La paz en tiempos oscuros

Confieso que últimamente me ha costado un poco retomar el blog.
A pesar de las firmas por el referendo y del aire de esperanza que aquel momento trajo al país, el clima está denso. Se palpa la angustia en cada encuentro en la calle. Da miedo indagar: (en qué andas, qué haces)
El sufrimiento ahora es parte del saludo cotidiano. Se siente el lamento, la dificultad, el pálpito ante el precipicio.
Te das cuenta que no es un juego. La desesperación se asoma en los ojos de nuestros afectos.
Hay gente que no puede comer tres veces al día. El hambre es una certeza que se siente en la mirada que escudriña la bolsa que llevas.
Y si se mira un poco más allá de la masa enorme en que ahora se han convertido las colas frente a los supermercados, ves mujeres cargando a sus niños pequeños, ancianas imperturbables a pesar de los años que llevan a cuestas, hombres tristes. Y una rabia soterrada y profunda se respira en el ambiente.
Probablemente comprar esos productos regulados sea la única garantía de llevar un plato a la mesa. 
La suerte decidirá cuántas horas tendrán que esperar, porque comer se ha vuelto una suerte de lotería.
Estamos frente a una calamidad, una verdadera tragedia.
Y frente a tanto dolor, no encuentro herramientas que puedan servir en tiempos tan oscuros. Por ello mi mutismo.
Cuánto más se puede esperar? Hasta dónde alcanza la paciencia?
Mucho del país que emigró condena tanta pasividad. Quieren ver acción: protestas, marchas, el reclamo social convertido en presión que resuelva el conflicto.
Sin embargo, creo que la aparente inacción es una apuesta por la paz. 
La gente espera que surja una salida no violenta a la crisis. Por eso la avalancha por las firmas.
Mientras, estoico, este pueblo pasa hambre y dificultades, hace la cola y espera. Justo allí aguarda el germen del cambio.
Obvio que la espera no puede ser eterna, y con mucha razón, la oposición le ha dicho al gobierno que juega con fuego.
Pero el ver que la gente, a pesar del sufrimiento y de tenerlo todo tan difícil, está allí, se levanta, lucha, batalla, persigue el sueño de construir el mejor entorno para los suyos, e incluso es capaz de sonreir y ser amable, y hasta de hacer algún chiste, me hace creer que éste es un pueblo muy fuerte.
Son tiempos oscuros, pero contamos con gente que se crece ante las dificultades.
Perseguir la paz en tiempos oscuros parece ser el camino.
Veamos qué pasa.





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