Hoy en McDonald´s

Recuerdo que cuando era pasante en El Nacional, hace ya unas cuantas décadas, un amigo era fanático de la recién llegada franquicia, McDonald´s. Aquella nueva moda también había alcanzado  a mi vecina, que trabajaba allí, y estaba fascinada con la marca: usaba cachuchas, franelas y su vida, toda, estaba conectada con el lugar: sus amigos eran sus compañeros, sus fines de semana los dedicaba a cursos y talleres que ofrecía la empresa.
Era, de alguna parte, una forma de conexión con el sueño americano. Signo de modernidad. De que algo cambiaba en nuestra sociedad y se ponía a tono con el mundo.
Luego poco a poco, el que existiera McDonald´s en Venezuela, fue algo normal. Cuando mis hijos eran pequeños, era un lugar -en el rango de los económicos- al cual ir... incluso, luego se convirtió en un sitio al que acudían las clases populares, accesible para muchos.
Pero eso ha cambiado en nuestro contexto.
El otro día, en el desayuno, mis hijos hablaban con sus amigos. Ir a McDonald´s ahora es un lujo. Lo que antes era normal, y hasta poco, irrelevante, hoy es un extraordinario.
"Eres un caballero si puedes ofrecerle a tu chica una hamburguesa completa, en lugar de tener que comer cada uno, una mitad" decían.
Los amigos de mis hijos son los hijos de aquellos jóvenes clase media, del "tá barato dame dos", de hace unos años atrás. Jóvenes educados con comodidades, con el futuro por delante, con todo relativamente seguro.
Pienso que ir a McDonalds es cualquier cosa. Comida chatarra, poco saludable, a la que tendríamos derecho de acudir si así se nos antoja. Parte de la libertad que se gana.
El que estos jóvenes vean como un lujo lo que antes no era, lo que era comer una simple hamburguesa, solo muestra el rango de la caída que, en picada, vive nuestra sociedad.
Ellos ya no pueden escoger. Puede parecer superficial, pero no son libres de optar.
Ahora McDonald´s adquiere el valor que tenía a su llegada: aquella opción nueva, inalcanzable, deseable (si el gobierno busca con esto eliminar la presencia "imperialista", creo que poco lo consigue, pues cuanto más deseable -aunque imposible- es algo, más objeto de deseo, mayor presencia consigue tener, pienso...)
En todo caso, el tema que planteo, más que el de la marca, es el descenso del poder adquisitivo del venezolano.
Si comer una hamburguesa de McDonald´s es un lujo para los chicos de clase media, ni imagino qué será para los de menores ingresos.
Aunque creo que algún aprendizaje obtendremos de esto que vivimos, no puedo dejar de pensar que es un retroceso. Las expectativas de éxito, el sueño de futuro de nuestros jóvenes, el alcance que tendrá su horizonte, se limita en extremo.
Ello, mientras ir a comer una hamburguesa de McDonald´s parezca algo inalcanzable...

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